Un acróbata nómada y su aprendiz, un muchachito, viajaban de pueblo en pueblo exhibiendo un número circense que consistía en que el hombre colocaba una larga pértiga sobre sus hombros y el niño trepaba al extremo opuesto de la misma. Un día el hombre le dijo al muchachito:
-Para que no tengamos ningún accidente, cuando hagamos la demostración, tú debes estar muy atento a mí y yo muy atento a ti.
Pero el muchacho protestó:
– No, maestro, eso no funcionaría. Cuando hagamos el número, yo debo estar muy atento a mí y tú muy atento a ti. Así, te lo aseguro, nunca tendremos un accidente.
El acróbata, sorprendido por la lucidez del aprendiz le respondió:
– Tienes razón, uno se beneficiará y beneficiará a los demás, sólo si logra hacer correctamente lo que le corresponde.
Citado de “Terapia espiritual”, Ramiro Calle
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Una gran enseñanza para todos los que tenemos hijos y somos hijos.
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