La ayuda desinteresada

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En un reino lejano una mujer se hallaba parada a la vera del camino, soportando una intensa lluvia. El carruaje que la transportaba se encontraba cerca con una rueda malograda. El rostro de la mujer denotaba angustia y preocupación.

Pasaron varios carruajes por el lugar, algunos de nobles señores, pero ninguno se detuvo. De pronto, apareció un joven campesino conduciendo su carreta. Al ver a la dama que estaba en apuros no dudó en prestarle auxilio. La invitó a subir a la carreta y la llevó al lugar que ella quería ir.

Cuando llegó a su destino, la dama, bastante apurada, le agradeció al campesino por la ayuda prestada y se despidió.

A los dos días, un mensajero de la corte tocó la puerta del campesino; cuando este la abrió, el mensajero le entregó una bolsa con 100 monedas de oro, dentro de la cual había un mensaje que decía:

“Muchas gracias por la invalorable ayuda que me prestó la otra noche. Apareció justo en el momento oportuno. Dios lo bendiga por ayudarme y por servir a otros desinteresadamente”.

La carta llevaba el sello real y el nombre de su majestad, la reina.

Autor desconocido

 

Reflexión

La ayuda desinteresada es algo que no todos son capaces de ofrecer. Para muchas personas es fácil ignorar los problemas de los demás aún cuando no les cuesta nada prestar la ayuda que otros tanto necesitan.

Si bien no debemos esperar nada a cambio de nuestra generosidad, podemos estar seguros que el destino siempre nos recompensa nuestra bondad.

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