Lágrimas de Dios

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1977

Cae la lluvia como cristales que descienden del firmamento partidos en millones de diminutas partículas que acarician la Naturaleza sedienta de su vasta sabiduría. Han nacido de los mares y se han elevado con el viento hasta el centro de las nubes que al ser calentadas por el sol deciden enviarlas a los valles para pintar de colores los campos de la desazón.

Cae la lluvia como rutilos de plata que visten de alegría los pétalos de las flores dándoles de beber el néctar del Amor y en su canto con el viento les regala un nuevo semblante a sus pálidas caras crujientes con que las ha enmascarado la sed. Cae la lluvia y en su camino se viste de calidos rayos del sol para calentar los gélidos corazones de los hombres desesperanzados y así teñir sus Almas de mil colores. Cae la lluvia suave y silenciosa acompasada por la leve brisa y en su danza bamboleante aterriza plácidamente sobre los campos áridos que surcan los acorazados corazones de aquellos que transitan la vida abandonados de su espíritu.

Cae la lluvia y en su contacto con la gramínea sedienta de la tristeza, le propicia un cálido beso que riega de alegría los remotos brotes que permanecieran ocultos del fulgurante sol de la tarde. Cae la lluvia, y en su paso por las montañas a cogido desde sus picos la helada agua transparente que limpia todas las culpas de los desérticos suelos de la desesperanza que invade al hombre que ha cesado en su búsqueda.

Cae la lluvia sobre las montañas de los pensamientos que, como torrentes de ríos bravos y escandalosos que aceleran sus pasos corriendo, al fin descenderán hacia el remanso del Alma que convertirá su furia en calmos lagos de quietud, desde donde luego volverán a evaporarse y descansar sobre las nubes hasta que el cielo decida regresarlos convertidos en gotas de sabiduría.

Cae la lluvia serena y componedora sobre el álgido parloteo mental que, ruidoso y crítico, confunde a los hombres buenos que han olvidado su propósito fundamental, y, con extremada paciencia, transforma a la mente en el ojo más sutil de la percepción.

Cae la lluvia sobre la intrépida y charlatana voz del Ego y con mantos de silencio recubre sus diversas lenguas. Impregna con un sedante sabor a nada el más profundo lenguaje de la eternidad que escolta los más sutiles secretos de la existencia. Cae la lluvia y susurrando sus canciones angelicales, endulza el oído del hombre y baña su Alma de íntegra planitud como una maravillosa comunión de Amor.

Cae la lluvia, lluvia como lágrimas de Dios que en su más profundo Amor clama por su semejanza, cae la lluvia como lágrimas de Dios impregnadas de compasión y en su llegada nos colma de su más cálida paz como cubriendo con sabanas de rocío el amanecer de los hombres, su más sublime creación.

Por Alejandro D. Gatti

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1 Comentario

  1. es verdad q dios nos quiere tanto y nos protege q dio a su hijo x nosotros y lo volveria hacer si es necesario

  2. este espacio meditativo, nos conecta hacia la mas pura genesis de la vida, dios no solo es nuestro pilar sino el halito que emana de lo mas profuso del hombre….