Todos llevamos dentro

Tú me llamas maestro –reza una inscripción-, y no me escuchas; tú me llamas luz, y no me miras;

Tú me llamas camino, y no me sigues; tú me llamas vida, y no me deseas; tú me llamas sabio, y no me obedeces;

Tú me llamas bueno, y no me pides nada; tú me llamas eterno, y no me buscas; tú me llamas misericordioso, y no procuras mi perdón; tú me llamas todo poderoso, y no me honras; tú me llamas justo, y no confías en mí.

¿Cómo entonces esperas encontrar la dicha? …

Todos llevamos la semilla del optimismo porque … todos llevamos un corazón con ganas de amar, de querer y ser feliz;

Todos llevamos dentro un espíritu capaz de ser más fuerte que nuestras propias dificultades; todos llevamos dentro un alma que es más que nuestros malos humores;

Todos llevamos dentro la gracia de Dios, capaz de hacernos soñar mundos nuevos aun cuando el que pisamos esté cayéndose de puro viejo; todos llevamos dentro unas semillas de esperanza, capaces de desilusiones y desesperanzas;

Todos llevamos dentro una fuerza que nos dice que por la tarde puede lucir más claro el sol, y que mañana puede ser mejor que hoy;

Todos llevamos dentro una fe que nos dice que el Viernes Santo no es el último día de la historia, sino tan sólo el último día de la vieja historia, porque, después de tres días, la historia comienza nuevecita con “Un primer día de semana”.

Carlos Sobrado