Te miro
a cualquier hora del día,
no importa lo que estés haciendo
en ese instante:
cuando hablas, cuando duermes,
cuando me coges del brazo por la calle,
cuando te llena de luz
el rostro una sonrisa,
y también cuando la tristeza
te lo oscurece;
en cualquier sitio, a cualquier hora, te miro,
te miro siempre
para que te quedes.
Karmelo C. Iribarren