Imaginen una cazuela llena de agua, en cuyo interior nada tranquilamente una rana. Se está calentando la cazuela a fuego lento. Al cabo de un rato el agua está tibia. A la rana esto le parece agradable, y sigue nadando. La temperatura empieza a subir. Ahora el agua está caliente. Un poco más de lo que suele gustarle a la rana. Pero ella no se inquieta y además el calor siempre le produce algo de fatiga y somnolencia.
Ahora el agua está caliente de verdad. A la rana empieza a parecerle desagradable. Lo malo es que se encuentra sin fuerzas, así que se limita a aguantar y no hace nada más. Así, la temperatura del agua sigue subiendo poco a poco, nunca de una manera acelerada, hasta el momento en que la rana acaba hervida y muere sin haber realizado el menor esfuerzo para salir de la cazuela.
Si la hubiéramos sumergido de golpe en un recipiente con el agua a cincuenta grados, ella se habría puesto a salvo de un enérgico salto.
Olivier Clerc
Reflexión
Este es un relato que nos deja muchas enseñanzas si lo pensamos detenidamente. Nos habla de una situación negativa o un deterioro que avanza lenta y progresivamente de manera que pasa inadvertido y la mayoría de las veces no genera una reacción ni oposición por nuestra parte.
Esto se puede aplicar a muchos ámbitos, como la salud, las relaciones de pareja, o la moral y la ética, que en nuestros tiempos van decayendo constantemente sin que nos demos cuenta de que debemos tomar acción.
Es una gran reflexión que nos debe hacer pensar en cómo nos afectan los cambios sin darnos cuenta…
Comments are closed.