Sesudo amor

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Con un suspiro ensordecedor, una lágrima ardiente y un silencio inminente, terminó mi corazón hecho trizas la última vez que en cuerpo, alma y espíritu me entregué.

Hundido en miseria me encontraba. Ya no era capaz de ver lo increíble que soy, el maravilloso hombre en el que me he convertido y que ahora se sentía pisoteado por una chica en traje de princesa. Hermosa y llamativa a simple vista, pero que triste y lamentable es conocer que, tras tanta belleza, se esconde frivolidad, materialismo y tanta suciedad que de tan solo visualizarlo produce nauseas del impacto fulminante que genera en mi alma.
Estando en la desolada oscuridad de un corazón roto, se busca de unir las piezas con ego y actividades vacías que solo dan segundos de una felicidad ficticia, pero, entre tanta miseria, siempre hay algo: un destello entre tanta carencia de luz. Un destello que poco a poco reconforta el espíritu y une las piezas de lo que antes se llamaba amor propio.

Un destello que adquiere carácter y forma tangible de una mujer despampanante.
Mujer, la cual también permanecía a oscuras y no se dejaba ver; pero, en un intento extraordinario del universo por conspirar contra la agonía de la tristeza, pone a dos personas en un mismo camino donde cada uno de ellos cumplirá con la tarea de sanar las heridas del otro.

Y, aunque un clavo no saca otro clavo, una persona se puede dar la tarea de sanar heridas que probablemente dejen cicatrices, pero que valdrán la pena recordar entre risas al ver el pasado y decir: Si supiera que en mi futuro sería tan feliz y viviría en plenitud, jamás me hubiese agobiado por las tristezas de lo antes ocurrido.

Y, eso es lo que representa para mi esta despampanante mujer: luz, alegría, sanación, amistad, suficiencia, felicidad, amor… Compromiso… Igualdad… Pasión. Idílica sonrisa.

La miro fijamente como a león que acecha a su presa, con la boca hecha un manantial de agua, pero con paciencia tajante ya que el momento de devorarla es, sin duda alguna, algo que va acontecer.

La detallo como Galileo Galilei detalló la exuberante curvatura de Orión y sus movimientos seductores, quedado totalmente despampanado ante tal obra de arte.

La miro, no dejo de mirarla, es como si su presencia fuera un imán al que no puedo oponerme y al que nunca quisiera oponerme, pues para mi es un deleite tener en mi vista su belleza monumental.

De pronto ella se extraña, siente algo, lo puedo notar pues no dejo de verla, mis ojos están clavados en ella como el aguijón de un escorpión.

Y sucede…

Puedo apreciar como plano a plano como su rostro gira, haciendo que poco a poco su mirada y la mía encajen con la precisión de un reloj suizo.

«La respiración entrecortada, las pupilas dilatadas, las manos empapadas, espalda erguida, corazón acelerado, mente tomada«.

Y sucede…

Su mirada y la mía son una, como mi corazón y el de ella, reciprocidad que es demostrada con un simple gesto, poco significante para algunos, pero que para mi es mi razón de estar a su lado, la razón de mi te amo.
Sonrisa que desnuda mi alma, altera mis sentidos, pero que le da sentido a todo, dado que, después de todo, su idílica sonrisa es comparable al mismo paraíso al que todos quieren pertenecer, pero en el que solo yo tengo la virtud, la dicha y la gloria de ser su único morador.

Etéreo

Sublime como río que se abre camino para llegar al mar, magnifica como cuerpos celestes chocando para formar nuevos ecosistemas, delicada cual ósmosis cuando almas opuestas se tocan y se hacen una, ligera como el oxígeno que empapa mis pulmones cuando de una mirada dada un suspiro ocasionado llenan, inconmensurable como el campo de juegos de un niño nombrado Dios, luminiscente como fogata en penumbras, monda como pétalo de rosa besada por una gota de lluvia…

Su sola presencia provoca en mi un ademán de infinita glorificación, la cual podría comparársele a lo que sintió Dante luego de surcar los 9 círculos de infierno para poder reunirse con su amada Beatriz. La estela que deja al caminar tiene la esencia del petricor en una mañana húmeda y nublada…

¿Perfecta?

Es como un huracán que tiene la potestad y el derecho de destruir todo lo que se interpone en su camino, pero capaz de albergar todo lo que cobra sentido para si misma en el centro de su corazón. Es como el leopardo nublado que se creía extinto, pero que permanecía tranquilo entre las sombras para no cautivar con su exótica belleza. Es como respirar bajo el agua y alcanzar las nubes de un salto. Ella es fuera de los estándares, fuera de lo desconocido, difícil de explicar con palabras, inefable…

Pero algo si es cierto, en ella veo la más hermosa obra de arte, aunque se considere un desastre.

¿Perfecta? Sí.

Víctor M. Fuentes

Visto en: https://enlamentedecam.blogspot.com/

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